Un monje novicio le preguntó a su maestro que cómo se sostenía el mundo, éste le contestó; “Sobre una tortuga gigante”. El discípulo poco satisfecho le volvió a preguntar “¿y esa tortuga dónde de sostiene?” y el maestro le respondió “sobre otra tortuga”, el discípulo y hizo el amago de preguntar de nuevo a lo que el anciano le dijo “cada tortuga se sostiene en otra así hasta el infinito”.
Hay ideas que es mejor ignorar porque no tiene respuesta posible.